Una tarde, se trasladaba un joven de Puerto Rico a El Sudán, el muchacho era de éste último pueblo, y por esos tiempos los caminos eran de herradura y daba un poco de miedo transitarlos.
Al joven se le hizo muy de tarde, porque esperaba encontrar a alguien que viniese en dirección de su destino. Se decidió y aferrado a sus creencias religiosas partió a eso de las 5 de la tarde, venía tranquilo; pero sentía recelos al tener que pasar por el Puente de Naranjal, eso sin saber lo que le esperaba.
Pudo más su fe, que lo que era que venía se desvió delane de su camino y después volvió a caer a la quebrada nuevamente siguiendo su ruido aterrador.
El joven temblando y rezando sin parar en todo el camino, vio como delante de sus ojos el hombre misterioso inexplicablemente lo perdía de vista.
Aterrado corría el joven hasta una finca que estaba cerca conocida como El Caribe, dónde pidió agua sin decir nada al dueño de este sitio, solo se procuró en irse tan rapido como llegó.
Llegó al pueblo de El Sudán casi muerto del susto, contando con horror lo que le había pasado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario